18 de febrero de 1968.

Todavía no había ocurrido “aquella ofensiva” aunque sí la muerte del Che en Bolivia, y el Primer Encuentro Internacional de la Canción Protesta promovido por Haydeé Santamaría el verano anterior, y al que habían asistido cultores del canto popular y comprometido con su tiempo y sus pueblos procedentes de varios lugares del planeta. Por Cuba estuvo Carlos Puebla, sin dudas el Cantor Mayor y que fuera, con sus canciones y su ejemplo, uno de nuestros padres. Por el mundo que apoyaba a Cuba y su Revolución porque los representaba a ellos mismos llegaron Alfredo Zitarrosa, Quintín Cabrera, Oscar Chávez, Oscar Matus, Marta Jean Claude, Bárbara Dane, Pete Seeger y una cifra de nombres imprescindibles que mejor que yo los tiene perfectamente registrados la Casa de las Américas, nuestra Casa, la de Yeyé y los trovadores, que fue la sede de aquel evento glorioso.
Una rosa con su espina sangrante, en los colores de aquellos tiempos, fue el cartel y emblema del encuentro, inventada por Alfredo Rosgaard y que quedó en la memoria definitiva de la Canción Protesta cuyo Centro se instaló en la Casa desde entonces.
Ese fue el antecedente del concierto del 18 de febrero de 1968. Personas conocedoras de la música, la canción, la trova y la solidaridad estaban alrededor de aquel Centro, algunos de cuyos nombres recuerdo: María Teresa Linares, José Ardévol, Harold Gramatges, Estela Bravo (además de Haydeé y sus hermanas Aida y Adita). Sospecho que ellas fueron quienes empezaron a rastrear a los trovadores herejes que por entonces hacíamos canciones. El más conocido era Pablo, por su ya larga e imprescindible trayectoria en la música a pesar de sus cortos años (casi 25); Noel (21), hijo de Isaac Nicola, concertista de la guitarra, profesor y parte de una familia de guitarristas, se estrenaba aunque ya con algunos cantos de aquella época, y Silvio (21), ex recluta debutante en la televisión con un programa personal, cuyas incalculables canciones le rompían la cabeza a los burócratas.
Recuerdo que fue en el salón grande de la Casa, el del tercer piso, que no sé si entonces se llamaba Che Guevara, ni si tenía ya el Árbol de la Vida. No tengo memoria de micrófonos, aunque sí que los asientos eran pequeños bolos de madera pintados de blanco, los cuales sirvieron durante mucho tiempo en los futuros conciertos que el Centro de la Canción Protesta generó y que en ocasiones el Noticiero ICAIC filmara, convirtiéndose así en el único medio para que los cubanos conocieran estas canciones, ya que para la televisión y la radio eran poco menos que contrarrevolucionarias (en el mejor de los casos).
Andaba yo estudiando la carrera profesoral de Física en la Universidad de La Habana cuando por Silvio me enteré del concierto, y fui. La abrumadora mayoría de las personas del público era de nuestra generación y algunas vinculadas a la música, como Belinda Romeu. En determinado momento, al cabo de la hora y algo, el concierto llegó a su fin. La gente, sencillamente, pedía más y no se iba. Salían los trovadores, saludaban y volvían a esconderse, y así sucesivamente durante un rato hasta que Silvio dijo más o menos: “Es que no tenemos más canciones. Si quieren empezamos de nuevo con las mismas o invitamos a tres trovadores conocidos que están el público”. La segunda opción fue la de mayor aceptación, y ahí subimos a compartir con ellos tres Martín Rojas (Director del emblemático grupo Sonorama 6, compositor y extraordinario guitarrista de quien se dice que inició a Pablo en la guitarra), Eduardo Ramos (compositor, guitarrista y bajista de Sonorama 6) y yo, que a la sazón tendría unas pocas canciones.
No creo que ninguno recuerde el programa completo de aquella noche, tal vez existiera impreso y si es así, sería muy bueno verlo.
Entre las canciones de Pablo estaban ya en febrero del 68 Tú mi desengaño, Estás lejos, Catorce pelos y un día, Mis 22 años, Yo vi la sangre de un niño brotar, Olga…
De Noel, Johnny no sabe por qué, Por la vida, El ser gaveta, Lilian, De cierto modo…
Silvio era quien más tenía (como siempre, conejo que ha sido): La era está pariendo un corazón, Fusil contra fusil, Buena mañana tenga febrero, Yo te invito a caminar conmigo, Viven muy felices, ¿De qué valen mis razones?, La leyenda del águila, Hay un grupo que dice, Los funerales del insecto…
De Eduardo, no existía aun Su nombre es pueblo, ni 36 peldaños, ni la Canción de los CDR, aunque creo que ya estaba Con la espada y la cruz y La leyenda del caminante…
Lo mismo con Martín Rojas, que no le había nacido aun Cuento para un niño, ni Siempre es 26 entre tantas otras, aunque sí En la orilla del mundo, una de esas canciones que cualquier compositor que se respete envidiaría y cualquier cantante serio/a debiera tener en su repertorio.
Mías, que recuerde: Niñez, El mono gris, Solo entonces, No es fácil, Una canción necesaria…

El caso es que aquella noche cantamos los seis y con estas canciones y sin darnos mucha cuenta dejamos en claro hasta para nosotros mismos, que empezábamos una corriente continuadora de la más raigal canción patriótica cubana y que abríamos un frente común cuyo desenlace tras batallas crudas, sería años después el Movimiento de la Nueva Trova.

Coda:
45 años de aquel concierto, hoy.
Antes, toda la Trova Cubana desde La Bayamesa de Castillo, Céspedes y Fornaris.
Antes, Joe Hill, Violeta y Atahualpa, y Chabuca Granda, y todos los poetas que cantaron con plomo sus procesos liberadores y que “…no dijeron que morían por la Patria, sino que murieron”.
Durante, toda la Nueva Canción, norteamericana, catalana, latinoamericana en general, con nombres indelebles como Benjo Cruz, Jorge Salerno y Víctor Jara.
Después, ahora, les toca a los que quieran que se les recuerde como Cantores del Pueblo -como Alí Primera-, los que asuman el Canto de Todos como su propio canto y que comprendan que “canto que ha sido valiente siempre será canción nueva”.

Vicente Feliú
18 de febrero de 2013

Acerca de vicentefeliu

Vicente Feliú. Coordinador General del Proyecto para la Canción Iberoamericana Canto de Todos. Descendiente de catalanes, gallegos, canarios y cubanos. Casado, varias veces. Esposa actual (y última, si no me bota), Aurora Hernández, a la que amo mucho. Tres hijos: Víctor, Cristián y Aurora de Los Andes. Llevan diferentes apellidos.
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7 respuestas a 18 de febrero de 1968.

  1. natty dijo:

    Vicente….escribes igual de bonito que cantas…Gracias por compartir este momento…!!!

  2. Pajaro dijo:

    Y todo lo que han provocado Querido Vicente….

  3. Marta Arauz Mora dijo:

    Pero además de iniciar esa «corriente continuadora de la más raigal canción patriótica cubana» y de ser el germen del Movimiento de la Nueva Trova, ese canto en realidad ha machacado, nos ha dado en que pensar y en muchos casos nos ha iniciado en el arte de hilar bien el pensamiento y de querer amarrarlo con los hechos de nuestra vida; en verdad porque ha machacado ha dado frutos y ese debe ser el motivo de la especie de veneración que se siente por esa «música para pensar» y por los que la interpretan!!!

  4. Lebis Abarka dijo:

    Aupa Vicente.
    Primera vez que visito tu espacio.
    No será la última.
    Cuando quieras, cuando sepas, cuando puedas…. ya sabes donde encontrarme.
    Muxutxu. Osasuna, kultura ta askatasuna…Lebis.

  5. vivian dijo:

    Buen dia Vicente, que bueno es leerte y aprender mas de las historias de vida, otro muxutxu de los sures que siempre te esperan.

  6. Bárbara dijo:

    Me encantó eso de «trovadores herejes» es privilegio tener por estos días testimonios vivos del camino que se abría…Gracias querido, abrazos

  7. orestes dijo:

    Feliú: En el comentario inicial que titula «Al Lector» de su imprescindible ensayo «Por el camino de la mar, o nosotros los cubanos», el profe Guille Rodríguez Rivera sentenció que: «Hemos vivido tan acusiados por las urgencias de la agotadora manera de vivir que casi siempre hemos tenido, que no esta demas detenernos un momento para mirarnos en el espejo». Esta crónica tuya, junto a la que escribió Silvio en su bitácora sobre ese magnífico concierto, nos pone ante un período de necesaria referencia. Yo siempre he dicho (creo que a ti tambien en nuestras escasas sesiones de susurros conspirativos) que cada generación necesita reanimar sus creeencias ideológicas (sin la connotación politiquera que se le da al término), y para nosotros los que corremos entre 45 y 65 años, esa generación de ustedes, desde Wichy, hasta Noel pasando por Santiago Alvarez hasta Leo, Estela y Haydee y sobre todo con ustedes del Movimiento son ingrediente fundamental de nuestra ideología del compromiso y el amor (entiendase la vida con sus idas y venires y altas y sus bajas).

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